lunes, 4 de agosto de 2025

SEMANA # 24 FILOSOFÍA

 

CLUB DE SOFÍA

EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO

 


DURACIÓN: UNA HORA


COMPETENCIA: La competencia crítica busca fortalecer en el estudiante el ejercicio de la autonomía, la autocrítica, el espíritu de libertad y el desarrollo del pensamiento, que le permitan apropiarse y transformar su entorno, su realidad y su mundo, por medio de la interdisciplinariedad e integración de los saberes de las diferentes áreas.

 

APRENDIZAJES ESPERADOS:

Identifico prejuicios, estereotipos y emociones que me dificultan sentir empatía por algunas personas o grupos y exploro caminos para superarlos. (Desde la competencia ciudadanas insertadas en el plan de filosofía)

Indago los argumentos, evidencias y hechos que llevan a los otros a pensar y expresarse de una forma determinada. (Desde la competencia labora, insertada en el plan de Filosofía

 METODOLOGIA

Lectura y análisis de textos filosóficos: esta estrategia le permite al estudiante ir más allá de la simple lectura, con el objetivo de identificar la estructura, y las argumentaciones del autor, para contrastarla desde la reflexión filosófica con otros  pensamientos. Por tanto es importante buscar con antelación el significado de las palabras desconocidas, y tener en cuenta la concentración en la lectura para una mayor comprensión.


EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO DE VICTOR FRANKL

 PARTE PRIMERA: UN PSICÓLOGO EN UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN

 "Un psicólogo en un campo de concentración". No se trata, por lo tanto, de un relato de hechos y sucesos, sino de experiencias personales, experiencias que millones de seres humanos han sufrido una y otra vez. Es la historia íntima de un campo de concentración contada por uno de sus supervivientes. No se ocupa de los grandes horrores que ya han sido suficiente y prolijamente descritos (aunque no siempre y no todos los hayan creído), sino que cuenta esa otra multitud de pequeños tormentos. En otras palabras, pretende dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cómo incidía la vida diaria de un campo de concentración en la mente del prisionero medio? Muchos de los sucesos que aquí se describen no tuvieron lugar en los grandes y famosos campos, sino en los más pequeños, que es donde se produjo la mayor experiencia del exterminio. Tampoco es un libro sobre el sufrimiento y la muerte de grandes héroes y mártires, ni sobre los preeminentes "capos" — prisioneros que actuaban como especie de administradores y tenían privilegios especiales— o los prisioneros de renombre. Es decir, no se refiere tanto a los sufrimientos de los poderosos, cuanto a los sacrificios, crucifixión y muerte de la gran legión de víctimas desconocidas y olvidadas, pues era a estos prisioneros normales y corrientes, que no llevaban ninguna marca distintiva en sus mangas, a quienes los "capos" realmente despreciaban. Mientras estos prisioneros comunes tenían muy poco o nada que llevarse a la boca, los "capos" no padecían nunca hambre; de hecho, muchos de estos "capos" lo pasaron mucho mejor en los campos que en toda su vida, y muy a menudo eran más duros con los prisioneros que los propios guardias, y les golpeaban con mayor crueldad que los hombres de las SS. Claro está que los "capos" se elegían de entre aquellos prisioneros cuyo carácter hacía suponer que serían los indicados para tales procedimientos, y si no cumplían con lo que se esperaba de ellos, inmediatamente se les degradaba. Pronto se fueron pareciendo tanto a los miembros de las SS y a los guardianes de los campos que se les podría juzgar desde una perspectiva psicológica similar. 

SELECCIÓN ACTIVA Y PASIVA

 Es muy fácil para el que no ha estado nunca en un campo de concentración hacerse una idea equivocada de la vida en él, idea en la que piedad y simpatía aparecen mezcladas, sobre todo al no conocer prácticamente nada de la dura lucha por la existencia que precisamente en los campos más pequeños se libraba entre los prisioneros, del combate inexorable por el pan de cada día y por la propia vida, por el bien de uno mismo y por la propia vida, por el bien de uno mismo y por el de un buen amigo. Pongamos como ejemplo las veces en que oficialmente se anunciaba que se iba a trasladar a unos cuantos prisioneros a un campo de concentración, pero no era muy difícil adivinar que el destino final de todos ellos sería sin duda la cámara de gas. Se seleccionaba a los más enfermos o agotados, incapaces de trabajar, y se les enviaba a alguno de los campos centrales equipados con cámaras de gas y crematorios. El proceso de selección era la señal para una abierta lucha entre los compañeros o entre un grupo contra otro. Lo único que importaba es que el nombre de uno o el del amigo fuera tachado de la lista de las víctimas aunque todos sabían que por cada hombre que se salvaba se condenaba a otro. En cada traslado tenía que haber un número determinado de pasajeros, quien fuera no importaba tanto, puesto que cada uno de ellos no era más que un número y así era como constaban en las listas. Al entrar en el campo se les quitaban todos los documentos y objetos personales (al menos ése era el método seguido en Auschwitz), por consiguiente cada prisionero tenía la oportunidad de adoptar un nombre o una profesión falsos y lo cierto es que por varias razones muchos lo hacían. A las autoridades lo único que les importaba eran los números de los prisioneros; muchas veces estos números se tatuaban en la piel y, además, había que llevarlos cosidos en determinada parte de los pantalones, de la chaqueta o del abrigo. A ningún guardián que quisiera llevar una queja sobre un prisionero —casi siempre por "pereza"— se le hubiera ocurrido nunca preguntarle su nombre; no tenía más que echar una ojeada al número (¡y cómo temíamos esas miradas por las posibles consecuencias!) y anotarlo en su libreta. Volvamos al convoy a punto de partir. No había tiempo para consideraciones morales o éticas, ni tampoco el deseo de hacerlas. Un solo pensamiento animaba a los prisioneros: mantenerse con vida para volver con la familia que los esperaba en casa y salvar a sus amigos; por consiguiente, no dudaban ni un momento en arreglar las cosas para que otro prisionero, otro "numero", ocupara su puesto en la expedición. De lo expuesto hasta ahora se desprende que el proceso para seleccionar a los "capos" era de tipo negativo; para este trabajo se elegía únicamente a los más brutales (aunque había algunas felices excepciones). Además de la selección de los "capos", que corría a cargo de las SS y que era de tipo activo, se daba una especie de proceso continuado de autoselección pasiva entre todos los prisioneros. Por lo general, sólo se mantenían vivos aquellos prisioneros que tras varios años de dar tumbos de campo en campo, habían perdido todos sus escrúpulos en la lucha por la existencia; los que estaban dispuestos a recurrir a cualquier medio, fuera honrado o de otro tipo, incluidos la fuerza bruta, el robo, la traición o lo que fuera con tal de salvarse. Los que hemos vuelto de allí gracias a multitud de casualidades fortuitas o milagros — como cada cual prefiera llamarlos— lo sabemos bien: los mejores de entre nosotros no regresaron.

ACTIVIDAD

1.    ¿Cómo es la vida de un prisionero en el campo de concentración?

 

2.    Viktor Frankl que había perdido todo; había visto destruir todo lo que valía la pena; que padeció hambre, frío y un sinfín de brutalidades… ¿cómo acepto que la vida era digna de vivirse?

 

3.    ¿Quiénes eran los “kapos”?

 

4.    ¿Cuál es el impacto que tiene en los prisioneros el hecho de que los Kapos tengan la responsabilidad que se les asigna?

 

5.    ¿Por qué es importante mantener la “ilusión del indulto”?

 

6.    ¿Cuáles son las sensaciones que te produjo las narraciones descriptas en este capítulo?

 

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